La música es un tejido sonoro de cinco dimensiones. Se extiende a través del tiempo en longitud, ocupa una amplitud expresada en armonías y tramado contrapuntístico, posee una altura revelada en registros y dinámicas, una profundidad que nos comunica su impronta al instante de nacer (época, estilo, historia, intención del creador, etc), y una existencia en el momento presente que incluye todo lo anterior transformado en vivencia actual, en emoción que reúne toda cultura previa en fenómenos de constante fluir de la realidad, de nuestra vigencia de instante en instante. Pero tiene, además, una singularidad propia del nivel de abstracción imputable a una lengua que se comunica con voces que cantan e instrumentos que suenan, y es que su mensaje sonoro, siendo el mismo, resulta diferente para cada ser que lo recibe.

Alberto Grau, director y compositor venezolano-catalán. Maestro formador de muchas generaciones de directores corales en Venezuela. Ejemplo constante de lo que es ser músico. De su libro Dirección Coral. La forja del director, Editores GGM, 2005

Imagen: Cartografía digital acústica, graficación visual de la música y otros acontecimientos sonoros en lenguaje computacional 3D (Licencia Creative Commons).